'Juego de tronos': cuando la fantasía fue para todo el mundo
La adaptación de los libros de George R.R. Martin es el mayor éxito televisivo de la última década
“Si no le da urticaria la estética de Dungeons & Dragons, esta serie puede merecer el esfuerzo. Si usted está entre todos los demás, deseará que HBO vuelva al negocio de las lenguas para las que ya tenemos un diccionario”. Así terminaba la crítica que The New York Times hizo del arranque de Juego de tronos en 2011, cuando la saga Canción de Hielo y Fuego era un éxito solo en el reducto de los lectores habituales de fantasía épica. En realidad, lo había sido solo al principio, cuando el primer libro se publicó en 1993, pero para el segundo y el tercero, Martin ya era un habitual en la lista de best-sellers de, precisamente, el New York Times. Tras el éxito de la trilogía de películas de El Señor de los Anillos, no es de extrañar que Hollywood llamara insistentemente a la puerta de Martin para adaptar sus novelas.
Pero estas tenían fama de inadaptables por la vastedad de su mundo y porque su autor las escribió, en parte, como respuesta a sus años de guionista de televisión en los que las restricciones presupuestarias le obligaban a reducir la escala de sus capítulos. Nadie le ponía cortapisas de ese tipo a la página impresa. Así que fueron pasando los productores que querían reducirlo todo a una película de dos horas y media hasta que aparecieron dos guionistas estadounidenses poco conocidos, que se habían hecho amigos estudiando literatura en el Trinity College de Dublín, y que pretendían adaptar las novelas a televisión para el canal, entonces, más improbable: HBO.
La última frase de la crítica del New York Times resume la manera en la que se veía todavía la fantasía épica por parte del mainstream. Marvel podía llevar ya varios años triunfando en cines con sus películas de superhéroes, pero ver dragones, zombies helados y un entorno inspirado en la Inglaterra medieval chocaba aún fuera de los canales sindicados o Syfy, que es donde se consideraba que el género debía de estar. Pero HBO había estrenado, con éxito, True Blood no hacía tanto, y si en su parrilla había hueco para los vampiros, ¿por qué no iba a haberlo también para esta Guerra de las Dos Rosas aderezada con ligeros toques de magia y criaturas fantásticas?
La clave de todo está en esos ligeros toques. Martin sabía que la fantasía épica, de primeras, echaba para atrás a mucha gente, así que ocultó el género bajo una clásica lucha por el poder entre familias enfrentadas. David Benioff y D.B. Weiss, los dos responsables de la adaptación, siguieron su ejemplo y, aunque desde el principio hay vistazos a la crueldad de esos seres que habitan en las tierras invernales al norte, más allá del Muro que las separa del resto del reino, fomentaron más las maniobras por hacerse con el Trono de Hierro que incluían a aspirantes que aseguraban que el monarca actual no era el legítimo y a los últimos supervivientes de la anterior familia reinante, derrocada brutalmente.
Esa brutalidad sería una de las características de la serie durante sus ocho temporadas, además de su esfuerzo por no salvar a sus protagonistas de destinos fatales si se los habían buscado. Quien parece el protagonista central al principio no llega a la segunda temporada, y si alguno de los supuestos héroes mete la pata y ha de morir, lo hará aunque las expectativas de los espectadores sean que, en una historia de fantasía habitual, siempre suele salvarse a última hora. Juego de tronos no funciona de esa manera; subvertir lo que el público espera, más que una trama imprevisible, le fue ganando un éxito cada vez mayor, hasta convertirse en uno de los grandes fenómenos de la televisión reciente (y, tal vez, el último de ese estilo ante la implantación del streaming).
Frases como “se acerca el invierno”, “la noche es oscura y alberga horrores” o “Valar Morghulis” se convirtieron en habituales de camisetas, tazas y las conversaciones de los fans, y en YouTube se volvieron muy comunes los vídeos de gente reaccionando a algunas de las escenas más salvajes de la serie, como la famosa Boda Roja. Evidentemente, para cuando llegó el final, el nivel de expectación era tan alto, que la decepción resultaba inevitable (en parte, también, porque algunos desajustes en la velocidad de la narración dejaron un poco colgadas ciertas decisiones dramáticas), pero no empañó el éxito cosechado.
También generó toda una carrera entre las plataformas de streaming por conseguir su propia Juego de tronos, su serie de género con una activa comunidad fan que diera el salto al mainstream. Como se vio cuando se quiso tener las nuevas Sexo en Nueva York o Perdidos, esto no siempre sale bien. De hecho, para HBO, su siguiente éxito también se centraba en una familia poderosa peleando por el poder, pero propietaria de un conglomerado de comunicación y entretenimiento (Succession). Sin embargo, al menos despertó de nuevo el interés de la televisión por la fantasía, y así es como, por ejemplo, Amazon se tiró de cabeza al mundo de Tolkien con Los anillos de poder o dio por fin su hogar a la largamente esperada serie de La rueda del tiempo.
Juego de tronos, de todos modos, no empezó siendo un fenómeno. Las audiencias de su primera temporada fueron discretas, pero las sorpresas de sus últimos capítulos fueron convenciendo a nuevos espectadores a sumarse a la historia en las siguientes entregas. La tercera fue la que representó el gran salto a partir de la ya mencionada Boda Roja, que es el mejor ejemplo de los resortes dramáticos de la serie. Por si acaso, no diremos qué ocurre en ella, solo que una situación que no pinta bien, efectivamente acaba de la peor manera posible.
Al final, lo que engancha de esta historia es la inmersión en un mundo bien construido, con unos personajes capaces de lo mejor y de lo peor (mención especial para el gran ojo con el casting de las hijas de la familia Stark, descubriendo a dos actrices como Maisie Williams y Sophie Turner) y cierta querencia por no seguir los caminos que los espectadores están acostumbrados a esperar en una obra de estas características.
Los datos de la serie
Dónde verla: HBO Max.
Temporadas y capítulos: Ocho, de entre seis y diez episodios.
Creadores: David Benioff y D.B. Weiss, basada en las novelas de George R.R. Martin.
Reparto: Sean Bean, Michelle Fairley, Emilia Clarke, Kit Harington, Sophie Turner, Lena Headey, Maisie Williams, Peter Dinklage, Nikolaj Coster-Waldau.
Si quieres más
Leer: El caballero de los Siete Reinos, de George R.R. Martin, cuenta una historia independiente sobre un antecesor Targaryen y su escudero.
Ver: La Casa del Dragón se traslada al enfrentamiento por el trono dentro de la familia Targaryen doscientos años antes del nacimiento de Daenerys.
Escuchar: The rains of Castamere, de Ramin Djawadi y The National, es una de las canciones más populares de libros y serie por sus connotaciones para la trama.