'Westworld': la lucha por la realidad
La clásica historia de la rebelión de las máquinas pasada por el filtro Matrix
En 2011, cuando Juego de tronos estaba emitiendo su última temporada, los medios estaban lanzados al seguimiento de qué serie de próximo estreno podía suceder a esa como el nuevo éxito masivo con un fandom entregado y global. Sobre todo, intentaban averiguar cuál de las ficciones que HBO tenía en desarrollo podía tomar el relevo como serie insignia de la cadena, que ya había vivido antes una situación similar con el final de Los Soprano: se acababa su título más popular y premiado y resultó que quien iba a ser el nuevo éxito del canal era True Blood.
Con Juego de tronos, cadenas y plataformas redescubrían el tirón entre el público de la fantasía épica y todo el mundo quiso tener su propia saga de género con unos valores de producción muy altos, muchos personajes y una trama relativamente compleja. HBO no era inmune a esa pretensión. Ahora sabemos que la sucesora de Juego de tronos entre la audiencia y los Emmy sería Succession, otro drama sobre una familia peleando por el poder, pero entonces parecía que todas las papeletas las tenía Westworld, una producción de J.J. Abrams que adaptaba una vieja película de Michael Crichton que en España se llamó Almas de metal.
El título español ya adelantaba el tema de la película y la serie, que nos llevan a un parque temático del Oeste llamado Westworld. En él, los visitantes pueden vivir una aventura completamente inmersiva gracias a la participación de los anfitriones, unos robots con apariencia humana que interpretan los papeles típicos de cualquier western, y a quienes los humanos pueden matar y torturar de todas las maneras posibles, si eso es lo que quieren. Hasta que estos robots empiezan a tomar consciencia de sí mismos.
Historias sobre la rebelión de las máquinas hay a montones, y sobre la posibilidad de que los robots desarrollen la capacidad de sentir y de razonar por sí mismos, y que eso les lleve a darse cuenta de que son individuos independientes con capacidad para decidir sobre sus vidas y sus cuerpos, aún más. Westworld se encaja en esta última tendencia no solo por el punto de partida que daba la película de Crichton, sino también por los intereses de sus creadores, Jonathan Nolan y Lisa Joy, que querían que los espectadores pensaran tanto en qué es lo que nos hace humanos como en si los anfitriones tenían todo el derecho el mundo a liar la que lían a lo largo de la serie.
Los dos eran guionistas veteranos. Joy había escrito para Último aviso y Pushing daisies y Nolan (que, a la sazón, es su marido) había colaborado con su hermano Christopher en casi todas sus películas hasta Interstellar, incluyendo El caballero oscuro. También tenía ya experiencia creando una serie porque había llevado en CBS Person of interest, que tocaba algunos temas comunes con Westworld. En su caso, era una IA que empezaba a desarrollar cierta consciencia de sí misma y que trataba a su creador como su padre. Nolan, de hecho, creía que el método de trabajo de aquella ficción se podía trasladar a su gran producción de HBO, escribiendo los episodios a la vez que los rodaban para tener la capacidad de adaptarse a lo que se fuera viendo en pantalla.
Pronto se vio que en Westworld no era factible. Había que seguir un modelo más parecido al de las películas, con todos los capítulos escritos antes de rodar y grabando por localizaciones, lo que provocó que la primera temporada sufriera diversos retrasos. Inicialmente, su estreno tendría que haber sido en 2015, pero las dificultades de una serie tan grande y ambiciosa lo aplazaron al año siguiente. Los periodistas seguían empeñados en averiguar si era la sucesora de Juego de tronos, lo que no fue nunca, pero sí tenía sus propias virtudes.
A Nolan y Joy les interesaban mucho los “bucles narrativos” en los que todos estamos metidos en nuestras vidas. Los anfitriones estaban atrapados por su programación y por el rol que los diseñadores del parque les habían asignado en las historias que se desarrollaban en él, pero los humanos también se encontraban en tesituras parecidas provocadas por sus circunstancias familiares, sociales… O por los designios de una IA que aparece en la tercera temporada y que recuerda a la que, más tarde, centraría la serie Mrs. Davis. Todos intentan romper esos bucles y ser libres, pero eso no representa lo mismo para todos los personajes.
A lo largo de sus cuatro temporadas, la serie va trazando lo que implica que los anfitriones adquieran consciencia propia. De la lucha por su liberación a convertirse, a su vez, en opresores, el viaje no siempre fue sencillo y, en ocasiones, era demasiado retorcido, pero los asuntos que exploraba tenían su interés. Se notaba también la afición de Nolan por los videojuegos, sobre todo los de mundo amplio que te permiten zambullirte de pleno en ellos (no por nada, uno de sus siguientes proyectos sería la adaptación de Fallout). Y Westworld tenía una línea narrativa clara que debería haber culminado en una quinta temporada que nunca se produjo.
La caída en audiencias y los retrasos provocados por el COVID-19 dejaron la serie en cuatro entregas. Y, para rematarlo todo, cuando Discovery compró Warner y empezó a hacer todo tipo de maniobras para reducir la deuda de la compañía, una de ellas fue eliminar unos cuantos títulos del catálogo de Max con el fin de ahorrarse impuestos y, de paso, venderlos a terceros. Westworld fue una de las damnificadas. En Estados Unidos se licenció a canales FAST, pero en España se quedó en el limbo.
Los datos de la serie
Dónde verla: No disponible en streaming en España.
Temporadas y capítulos: Cuatro, de entre diez y ocho episodios.
Creadores: Jonathan Nolan y Lisa Joy, basada en la película de Michael Crichton.
Reparto: Evan Rachel Wood, Thandiwe Newton, Ed Harris, James Marsden, Anthony Hopkins, Jeffrey Wright, Tessa Thompson, Aaron Paul.
Si quieres más
Leer: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, es la piedra de toque de cualquier historia con robots que adquieren consciencia.
Ver: Altered carbon se mueve en un mundo en el que la consciencia se puede traspasar de cuerpo a cuerpo.
Escuchar: Paint it, black, de Ramin Djawadi, es una de las muchas versiones instrumentales de clásicos del rock y el pop que sonaban en la serie.