'Stranger Things': la nostalgia de lo no vivido
La serie de Netflix es una carta de amor a las películas fantásticas de los 80
En el verano de 2016, las películas de Hollywood que intentaban hacer caja de la nostalgia por su infancia del público treintañero y cuarentón habían dejado de ser una novedad hacía tiempo. Se habían unido a la obsesión de los estudios por explotar viejas IPs (es decir, títulos propios) que habían sido éxitos en su momento, razón que les hacía creer que eran apuestas más seguras en taquilla que obras originales, sin elementos reconocibles a priori por los espectadores. Netflix no era ajena a estas tendencias, solo que su apuesta era un poco distinta: se trataba de una serie que tiraba de la nostalgia por las películas de ciencia ficción y fantasía de los 80 sin ser una nueva versión de ninguna de ellas.
Y decimos también que era un poco distinta porque Stranger Things estaba creada por dos guionistas y directores que habían nacido a principios de los 80. Su nostalgia venía de lo que habían visto, y no de lo que habían vivido. Apenas tenían un año cuando se estrenó Regreso al futuro, pero eran niños cuando la habían visto finalmente, o por televisión o en ese formato físico que siempre parece a punto de morir. Podían estar ya en la década de los 90, pero si su dieta fílmica durante sus años formativos estaba formada por el juego de rol Dungeons & Dragons, el cine de John Carpenter, Poltergeist o Los Goonies, eran a todos los efectos unos niños de los 80.
Así es como hay que ver su serie. Está ambientada en esa década que ha sustituido a los 60 en el imaginario colectivo como los años (falsamente) ideales, pero no son los 80 de, por ejemplo, The Americans: los de Hawkins (Indiana) son los de unas personas que solo conocen esa década a través de las películas porque, en aquel tiempo, eran demasiado pequeñas para recordarla o ser conscientes de ella. Y como vieron todos aquellos títulos cuando eran niños, es de eso de lo que sienten nostalgia, así que conectan con todo un público al que le ocurre lo mismo. Todos los que dicen que los 80 o los 90 eran mejores que la actualidad se refieren a que, entonces, eran chavales sin ninguna preocupación y que no conocían más mundo que su propia casa.
Parte de la razón de su éxito está ahí, en que consigue recuperar la sensación de aquellas películas juveniles con niños viviendo grandes aventuras que podían ir desde evitar una guerra mundial a través de un ordenador a construir una nave espacial en el garaje de su casa. Sus protagonistas son cuatro amigos que echan las tardes jugando a rol, lo que no los convierte en, precisamente, los populares del instituto. Una de esas tardes, Will desaparece mientras vuelve a casa y, casi a la vez, aparece por el pueblo una extraña niña con la cabeza rapada, que apenas habla y que tiene un número once tatuado. Los amigos de Will se lanzan a una búsqueda desesperada en la que el sheriff, inicialmente, no les hace demasiado caso mientras la madre de Will empieza a experimentar inquietantes sucesos en casa.
Aquella primera temporada contaba con dos antiguas estrellas de los 80 como Matthew Modine y Winona Ryder en el reparto y bebía tanto de Stephen King y, sobre todo, Ojos de fuego como de las películas de John Hughes, y sí conseguía presentar un universo muy convincente con el laboratorio que había “creado” a Once y el portal abierto al Mundo del Revés, una versión alternativa, oscura y aterradora de Hawkins donde campaba a sus anchas un monstruo llamado Demogorgon. Los niños aún estaban en la zona de Mikey, el de Los Goonies, es decir, que eran niños vehementes convencidos de que algo extraño estaba pasando pero todavía no se habían vuelto irritantes. Eso ocurriría más adelante, con la adolescencia.
Pero no nos adelantemos. La temporada inaugural de la serie fue un éxito sin precedentes para Netflix, y también un poco inesperado. Su lanzamiento no estuvo precedido de una intensa campaña de promoción; esa llegó después de que se certificara que había encontrado su público, uno dispuesto a pagar por merchandising oficial y por la plétora de libros derivados y juegos que aparecieron más tarde. Todos sus jóvenes actores se convirtieron en estrellas y hasta le dio un nuevo impulso a veteranos como David Harbour, que pasó de aparecer en The Newsroom o Manhattan a entrar en el MCU.
Con cada temporada, el universo de Stranger Things se ha ido haciendo un poco más grande según iba homenajeando diferentes subgéneros populares en los 80. La tercera temporada, por ejemplo, introducía las historias de rivalidad con los soviéticos tipo Amanecer rojo, mientras la cuarta se adentraba en el terreno de Pesadilla en Elm Street al introducir a un nuevo villano que, en realidad, siempre había estado detrás de todo, Vecna. Que, por cierto, es el protagonista de una obra de teatro estrenada este año en Londres, siguiendo el ejemplo de la saga de Harry Potter.
Eso muestra hasta dónde ha llegado la popularidad de la serie, que se cerrará con una quinta temporada aún en producción que promete elevar el riesgo del nivel local de Hawkins al global. Es el equivalente a alcanzar la última mazmorra, el enfrentamiento con el Final Boss de un videojuego, la resolución de una campaña de Dungeons & Dragons: los protagonistas han de atar los cabos que quedan sueltos para impedir que el Mundo del Revés invada el suyo. Por el camino se ha perdido algo del encanto original de los homenajes a La cosa, los X-Men o La chica de rosa (y a Under the skin, que ni es una película de los 80 ni un éxito comercial) y se ha ganado en mayores dimensiones y en nuevos personajes que han acabado siendo tan queridos por los fans como los protagonistas originales, caso de Max o Robin.
Stranger Things fue el primer fenómeno real de Netflix, capaz de hacerle sombra en ese aspecto a la todopoderosa Juego de tronos. Abriría el camino para que luego triunfara algo como El juego del calamar, aunque no tenga nada que ver temáticamente, y daría pie igualmente a todo un subgénero de ficciones juveniles de corte fantástico que han ido engordando el catálogo de la plataforma en los últimos años. Ninguna ha conseguido alcanzar las cotas de los chicos de Hawkins.
Los datos de la serie
Dónde verla: Netflix.
Temporadas y capítulos: Cuatro, de entre ocho y nueve episodios. Está renovada por una quinta y última.
Creadores: Matt y Ross Duffer.
Reparto: Millie Bobby Brown, Finn Wolfhard, Noah Schnapp, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Sadie Sink, Winona Ryder, David Harbour.
Si quieres más
Leer: Stranger Things 1. El otro lado, de Keith Champagne, Stefano Martino, Jody Hauser y Affe Lauren, es un cómic que cuenta la historia de Will en el Mundo del Revés.
Ver: Exploradores, de Joe Dante, sigue a tres niños que construyen una nave espacial.
Escuchar: Demogorgon, de Rufus T. Firefly, es una canción inspirada por la serie que usa parte de su música.