'Star Trek: Strange New Worlds': la senda de los clásicos
La precuela de la 'Star Trek' original recupera el esquema autoconclusivo
Cuando Paramount quiso relanzar la franquicia Star Trek en televisión en los 80, unos veinte años después de la emisión de la serie original y con la tripulación inicial de la Enterprise aún protagonizando películas en cine (la última en solitario de Shatner, Nimoy, Nicholls y compañía es Star Trek VI: Aquel país desconocido, de 1991), optó por personajes nuevos y un capitán diferente en la silla de mando, Jean-Luc Picard, en una decisión que, al principio, granjeó odios cervales por parte del fandom más acérrimo. A Star Trek: la nueva generación le costó un poco asentarse pero, cuando lo hizo, sirvió de punta de lanza para ampliar la franquicia a otras tres ficciones que mostraban la evolución en el tiempo de la Federación de Planetas y su labor de exploración de la galaxia: Star Trek: Espacio Profundo 9, Star Trek: Voyager y una precuela de la serie original, Star Trek: Enterprise, ambientada en la época del primer contacto.
Aquella saga en la pequeña pantalla duró en antena hasta 2005, pero en esta era de reboots continuos de propiedades de éxito, la creación de Gene Roddenberry no podía quedarse durmiendo el sueño de los justos durante mucho tiempo. Un relanzamiento en cine de la mano de J.J. Abrams en 2009, con unos Kirk, Spock, Uhura y demás más jóvenes y en una línea temporal alternativa, allanaría el camino para que, en 2018, lo que entonces se llamaba CBS All Access (que ahora ha acabado siendo la plataforma de streaming Paramount+) decidiera celebrar el 50 aniversario de Star Trek poniendo en pie una nueva saga televisiva. La primera de aquellas nuevas series, Star Trek: Discovery, también presentaba nuevos personajes y una nueva nave, pero abría la puerta a la conexión con la serie clásica al hacer que su protagonista principal, Michael Burnham, fuera la medio hermana humana de Spock.
Al situarse varias décadas antes del inicio oficial de las aventuras de la Enterprise, también permitía la entrada de un personaje que, aunque apareció brevemente en aquella Star Trek de los 60, es bastante recordado como Christopher Pike, capitán de la nave en el piloto original de la ficción, antes de que llegara James T. Kirk. Esa aparición de Pike resultó tan buena, que se decidió darles a Spock y a él su propia serie, una que regresara a las aventuras autoconclusivas de toda la vida y que, de paso, repescara a otro personaje de aquel primer piloto, Número Uno. Así nació Star Trek: Strange New Worlds.
El objetivo detrás de ella estaba muy claro. Esta nueva franquicia sí que mira más al pasado que la de los 90, con Star Trek: Picard como ejemplo más evidente, aunque suele hacerlo buscando una mirada nueva, un poco menos idealista que la que tenía Roddenberry. En el caso de Strange New Worlds, sigue los principios de la serie original hasta en su cabecera, que recupera el famoso inicio de “el espacio, la última frontera” (algo que también hizo La nueva generación en su momento), y muestra a la Enterprise capitaneada por Pike yendo a diferentes puntos de la galaxia a explorar fenómenos extraños, a ayudar a planetas que lo necesiten o a evitar entrar en una nueva guerra con klingons y romulanos. En el caso de los primeros, mantiene la continuidad con lo visto en Discovery y, aunque se ha firmado la paz, sigue habiendo desconfianzas entre los pueblos, especialmente porque algunos de los tripulantes de la nave son veteranos de aquella contienda y arrastran cierto estrés postraumático por lo que vivieron allí (especialmente el doctor M’Benga y la enfermera Chapel, otro personaje de la serie original al que se da un nuevo aire).
Ese punto de partida permite recuperar una forma de narrar en televisión que la pujanza del streaming había ido aparcando en favor de una serielización más extrema. Es curioso que, en apenas dos años, hayan aparecido dos series tan entregadas a los capítulos autoconclusivos como esta Strange New Worlds y Poker Face, una serie detectivesca creada por Rian Johnson y con Natasha Lyonne en la mejor tradición de Colombo. La de Star Trek aprovecha para que esas aventuras en cada episodio sirvan para desarrollar a los personajes o para explorarlos mejor. Por ejemplo, conocemos algo más del pasado de Número Uno o asistimos a cómo una joven Uhura va encontrando su hueco en una Flota Estelar a la que, al principio, no está muy segura de que pertenezca de verdad.
Por supuesto, la exploración de Spock de cómo puede conseguir la armonía entre su lógica vulcaniana y sus emociones humanas se mantiene, pero a quien se le otorga mayor desarrollo es a Pike, que en Discovery tuvo una visión de lo que le deparaba su futuro (que, como todo fan sabe, es bastante terrible) y vive toda la serie con esa carga sobre su conciencia. Anson Mount, que se hizo conocido en el western Hell on wheels y luego tuvo que sufrir uno de los mayores fracasos de Marvel, la serie Inhumanos, es un Pike muy humano, sensato y con una gran afición por la cocina, alguien a quien se le permite equivocarse, dudar y aprender de sus errores.
La serie, que está supervisada por un veterano de The Magicians y Ugly Betty como Henry Alonso Myers, mantiene esa misma línea con todos los personajes. Por ejemplo, Ortegas, la timonel, tiene una gran confianza en sus habilidades como piloto, pero también se deja llevar demasiado por su rabia, o la jefa de seguridad, La’an, es seria y reservada, en parte, porque arrastra una infancia marcada por el peso de ser descendiente de Khan, uno de los grandes villanos de la franquicia, y por haber sobrevivido a duras penas al ataque de los gorn contra su familia.
Esa raza reptiliana de la serie original se convierte, aquí, en una estirpe asesina despiadada más propia de Depredador, y pasa a ser el malo oficial de la serie. Hasta casi el final de la segunda temporada son, de hecho, el coco de la galaxia al que nadie ha visto porque, en realidad, nadie sobrevive a un encuentro con ellos, y lo que la Enterprise ve cuando llega a algún lugar que ha sufrido un ataque son rastros de sangre y destrucción por doquier. La introducción de los gorn y de un Kirk que aún no es el gran capitán de más adelante son dos de los principales hallazgos de Strange New Worlds.
El otro es su voluntad de no atarse a ningún género ni a ningún tono. Lo mismo homenajea directamente uno de los mejores episodios de Star Trek, Balance of terror, que hablaba sobre la Guerra Fría a través de un encontronazo con los romulanos, que se marca un capítulo musical, que uno que parece sacado más bien de Playa de China (una serie de los 80 sobre un hospital militar en la guerra de Vietnam), que apuesta por la comedia. Tiene el espíritu de una serie noventera de 22 episodios aunque sea una de streaming de diez, y ahí es donde radica su éxito. Y en que su Spock, interpretado por Ethan Peck, es más que atractivo, como repiten todos los personajes que lo conocen de nuevas.
Los datos de la serie
Dónde verla: SkyShowtime.
Temporadas y capítulos: Dos, de diez episodios cada una. Está renovada por una tercera y una cuarta.
Creadores: Akiva Goldsman, Alex Kurtzman y Jenny Lumet, basada en Star Trek.
Reparto: Anson Mount, Rebecca Romijn, Ethan Peck, Christina Chong, Celia Rose Gooding, Melissa Navia.
Si quieres más
Ver: Star Trek: Lower Decks es una serie animada que se fija en varios suboficiales y tripulantes de bajo rango de una nave poco importante de la Flota Estelar. Tiene un crossover con Strange New Worlds en la segunda temporada de esta.
Leer: Star Trek: la ciudad al borde de la eternidad, de Harlan Ellison. Traslada al formato cómic el guion de uno de los episodios más celebrados de la serie original.
Escuchar: Mr. Spock, de Nerf Herder, un grupo de pop-rock que, paradójicamente, se llaman como un insulto clásico de Star Wars y son los responsables de la sintonía de Buffy, la cazavampiros.