'Mrs. Davis': contra la IA
La serie de Damon Lindelof es una original reflexión sobre la tecnología
La pujanza de las inteligencias artificiales llamadas generativas, las que pueden hacer tu retrato en el estilo de Pixar, crear un tráiler de una serie que aún no se producido o contestarte a cualquier pregunta que se te ocurra (o casi cualquiera) han vuelto a poner de moda las ficciones en las que la presencia de una IA que adquiere consciencia propia centra el relato. Da lo mismo que sea el HAL 9000 de 2001, una odisea en el espacio, la asistente virtual de Her o la malvada Skynet de la saga de Terminator, esta inteligencia creada por el hombre, incorpórea y omnipresente empezará como una gran ayuda para las personas y acabará esclavizándolas. O decidiendo que lo mejor es exterminarlas, que es el camino que siguen las IA detrás del punto de partida de Los 100 o de las últimas temporadas de Person of interest.
Es decir, que es un tema que ha interesado mucho a los creadores bastante antes de que se hiciera realidad. Lo que pasa es que nadie lo había enfocado de la manera que lo hace Mrs. Davis. La miniserie toma su nombre de una IA instalada en todos los teléfonos del mundo, que se dedica a aconsejar a sus usuarios cuando estos no saben qué hacer en su vida. Desarrollan una dependencia tal de ella, y una fe, que para algunos se ha convertido en una nueva religión, lo que equipara a Mrs. Davis con Dios. Y aquí entra en escena la hermana Simone, una monja que, antes de ordenarse, trabajaba destapando los trucos de magos con pocos escrúpulos y que, ahora, recela tanto de esa IA, que decide pelear contra ella.
Si la sinopsis parece una locura, hay que echarles la culpa a sus dos creadores, Tara Hernández y Damon Lindelof. La primera venía de escribir comedia muy mainstream en The Big Bang Theory y su spin-off, El joven Sheldon, y el segundo se había resarcido del mal sabor de boca que había dejado el final de Perdidos con The Leftovers y Watchmen y había decidido que, en lugar de seguir siendo el creador principal de sus series, prefería apoyar a gente con buenas ideas a sacarlas adelante. Y esta era tan alocada que merecía la pena.
Porque, además de la hermana Simone, está su ex novio, que forma parte de una estrafalaria agencia secreta, y hasta el mismísimo Jesús, que es cocinero en un restaurante de kebabs. Esa era una de las cosas que los creadores querían explorar de su protagonista principal; qué quiere decir que una monja esté casada con Dios. De una manera bastante literal, además, o todo lo literal que puede ser Mrs. Davis, que guarda bastantes puntos de contacto con aquellos episodios de The Leftovers que lo mismo podían ser ensoñaciones de Kevin Garvey que viajes suyos al inframundo, como el muy celebrado International Assassin.
Y despliega un sentido del humor a veces negro, siempre muy juguetón, que casa igualmente bien con la personalidad de su actriz principal, Betty Gilpin, que se dio a conocer como el personaje, a priori, más convencional de GLOW y que ha destacado después en proyectos con tonos peculiares, a medias entre el drama, la comedia y directamente el terror, y que aquí ejerce de ancla de todo el andamiaje. Es necesario creerse la convicción de la hermana Simone en su persecución de esa IA que está jugando con ella, sus motivos para ordenarse y el trauma que le dejaron sus padres, dos timadores que la abandonaron. Y Gilpin cumple con creces.
La sensación de imprevisibilidad es una de las grandes características de Mrs. Davis, que se divierte subvirtiendo nuestras expectativas, sobre todo cuando muestra las respuestas a algunas de las preguntas sugeridas por su arranque. Y ese verbo, divertirse, es muy importante aquí; la serie no se toma tan en serio su historia ni la colección de pirados que van apareciendo, pero sí cuida el viaje de Simone.
Dicho viaje está impulsado en su creencia de que los usuarios de la IA depositan tanta confianza en ella, que prácticamente le tienen fe y han sustituido a Dios por Mrs. Davis. Recela de sus objetivos y de que afirme que solo quiere ayudar, pero por supuesto es una rival mucho más difícil de lo esperado. Si no, su peripecia no tendría gracia ni la situaría ante sus propias dudas y los problemas sin resolver con el abandono de su pasado familiar. En Simone se juntan muchas contradicciones debajo de esa resolución con la que empieza la aventura.
El tono escorado hacia el humor negro distingue a la serie de las otras ficciones que han tirado de una IA para construir, en muchas ocasiones, historias de terror o thrillers. El punto de partida podría, perfectamente, haber sido de un capítulo de Black Mirror, pero el desarrollo es muy idiosincráticamente de Lindelof, aunque cree la ficción en colaboración con Hernández. La relación difícil con el padre, por ejemplo, es una constante en todas sus series,
Mrs. Davis no tuvo demasiado éxito en Peacock, el servicio de streaming de NBCUniversal que genera constantes bromas en Estados Unidos por lo que le cuesta conseguir que la gente sepa que existe. Tal vez fue porque la manera de contar esta “guerra” contra una IA escapa de lo que podríamos esperar. A cambio, si nos dejamos llevar, descubriremos un mundo que es como si El código Da Vinci hubiera sido escrito por alguien que supiera pasárselo bien.
Los datos de la serie
Dónde verla: Max.
Temporadas y episodios: Una, de ocho capítulos.
Creadores: Tara Hernández y Damon Lindelof.
Reparto: Betty Gilpin, Jake McDorman, Andy McQueen, Chris Diamantopoulos, Elizabeth Marvel, Mathilde Ollivier, Tom Wlaschiha.
Si quieres más
Leer: El péndulo de Foucault, de Umberto Eco, está también repleta de conspiraciones y esoterismo y las observa con distancia.
Ver: Watchmen no va de IAs controladoras, pero la manera de contar su historia es muy similar a la de Mrs. Davis, ya que comparten a Lindelof.
Escuchar: What a man, de Laura Lee, suena en la presentación de Jay en el restaurante.