'Xena, la princesa guerrera': están locos estos griegos
Aventuras fantásticas de serie B tomándose muy libremente los mitos griegos
Durante los 90, existió en Nueva Zelanda un pequeño emporio televisivo producido en parte por Sam Raimi y construido sobre la adaptación muy libre de las aventuras del héroe mitológico griego Hércules. Algunos años antes de que Peter Jackson convirtiera al país en sinónimo del paisaje perfecto para la épica de El Señor de los Anillos, por su campiña se paseaban personajes extraídos de los mitos griegos vestidos con cuero, protagonistas de historias que tiraban más hacia la serie B en lo presupuestario y que, por lo general, destacaban por su escaso sentido del ridículo.
A partir de Hércules: sus viajes legendarios, los productores Rob Tapert, John Schulian y el propio Sam Raimi (que ya se había hecho un nombre en el terror gracias a la saga de Posesión infernal) crearon un universo conectado de series producidas directamente para sindicación (los canales locales afiliados a los generalistas nacionales de Estados Unidos) que tomaban lo que más les gustaba de aquellas historias de dioses y héroes y las pasaban por el filtro de un público que, en la década anterior, había disfrutado de Conan, el bárbaro.
De las tres ficciones creadas entonces (que incluía una precuela, El joven Hércules, con un bisoño Ryan Gosling), quizá es Xena, la princesa guerrera la más recordada porque, de una inesperada manera, ha trascendido más culturalmente, en parte porque el retrato de su protagonista femenina se adelantó un par de años a Buffy, cazavampiros en cuanto a heroínas independientes que influyeron enormemente a la ficción posterior. Si apareces en un episodio de Los Simpson, es que ya eres una institución de la cultura pop.
Xena nació inicialmente como la villana de un arco de varios episodios en Hércules: sus viajes legendarios. Fue el primer papel importante de una entonces desconocida actriz neozelandesa con el llamativo nombre artístico de Lucy Lawless (que sustituyó a última hora a la intérprete original, Vanessa Angel) y, aunque estaba previsto que moriría al final de dicho arco, se decidió que personaje y actriz tenían potencial para protagonizar su propia serie. Así nació Xena, la princesa guerrera, en la que ella se dedicaba a expiar todas las tropelías que había cometido siendo una villana y que aprovechaba al máximo el carisma de Lawless, que servía tanto para la acción, como para los momentos más dramáticos, como para los toques cómicos que aparecían en todos los episodios.
El sentido del humor es una constante en Xena (y en El joven Hércules). Las estrecheces presupuestarias y el aspecto más de las películas de espada y brujería de los 80 que de los peplums de los 50 se solventaban echándole morro y comedia al asunto, algo potenciado por el bufón a quien daba vida Ted Raimi y por las apariciones especiales de Bruce Campbell, muso de Raimi, como Autolycus, el rey de los ladrones. Era un humor que no ocultaba que, por otro lado, la serie se tomaba en serio ese camino de redención de Xena y le presentaba todo tipo de desafíos que iban construyendo un personaje a quien interesaba seguir. Y luego estaba Gabrielle.
No se puede obviar que una parte importante de la relevancia que la ficción mantiene todavía está en la relación entre Xena y Gabrielle, que la acompañaba en sus viajes y que podríamos decir que jugaba el rol del escudero de las historias medievales de caballeros andantes. No pocos espectadores empezaron muy pronto a detectar que entre ambas había cierto subtexto romántico que la serie no perseguía (se las presentaba como amigas que tenían sus altibajos) y que resultaba muy significativo en unos 90 en los que la representación lésbica en televisión había tenido, casi como mayores hitos, que a Ross lo dejara su esposa por otra mujer en Friends y que Ellen DeGeneres saliera del armario en Ellen, lo que le costó la cancelación de su sitcom al año siguiente.
Xena podía tener su tira y afloja romántico con Ares, pero era la relación con Gabrielle la que motivaba algunos de los episodios emblemáticos de la ficción, como The bitter suite, un capítulo musical inspirado en las óperas de Wagner que las llevaba a su punto más bajo y que, de algún modo, arrancó la tendencia de que otras series no musicales tuvieran un capítulo de estas características. En los años siguientes, por ejemplo, emitirían los suyos Buffy, cazavampiros y Chicago Hope.
Hay artículos académicos sobre ese subtexto queer y, vista ahora, resulta difícil pasarlo por alto, pero solo era una parte más en una ficción motivada casi únicamente por el afán de entretener. Las aventuras de Xena, Gabrielle y Joxer (no nos olvidemos de él) podían ser alocadas, bizarras o presentar retos emocionales importantes para sus personajes, y ofrecían curiosas vueltas de tuerca a personajes clásicos de la mitología como Calisto, que aquí es una de las principales villanas, la diosa Afrodita o el ya mencionado Ares, dios de la guerra.
La falta de prejuicios y de vergüenza era una de sus principales señas de identidad, que Raimi intentó repetir en 2008 en La leyenda del buscador. Era como una extensión en televisión de aquel género fantástico de guerreros musculados que había triunfado en el cine en los 80, pero dándole todo el protagonismo a una mujer tan capaz de derrotarlos como de querer enmendar su camino en la vida. Convirtió a Lucy Lawless en una estrella y a Xena, en parte de la trilogía de personajes femeninos, junto con Buffy Summers y Sydney Bristow, que cambiaron la manera en la que se trataba a estas protagonistas en televisión.
Los datos de la serie
Dónde verla: SkyShowtime (solo la primera temporada).
Temporadas y capítulos: Seis, de 24 episodios la primera temporada y 22 las demás.
Creadores: John Schulian y Rob Tapert, a partir de un personaje de Hércules: sus viajes legendarios.
Reparto: Lucy Lawless, Renée O’Connor, Ted Raimi, Kevin Smith, Hudson Leick, Karl Urban, Alexandra Tydings, Marton Csokas.
Si quieres más
Leer: Los mitos griegos, de Robert Graves. Es una buena introducción a la mitología griega clásica, y todo un clásico en esta materia.
Ver: Furia de titanes (1981), de Desmond Davis. Cuenta la historia de Perseo y Andrómeda con un reparto de luminarias británicas como los dioses del Olimpo y unos clásicos efectos especiales de Ray Harryhausen.
Escuchar: Hate is the star/Hearts are hurting (part II) es es una de las canciones de The bitter suite, el episodio musical de la serie que se adelantó unos cuantos años al de Buffy, cazavampiros.