'El cuento de la criada': todo esto ya ha pasado antes
La serie lleva mucho más allá lo planteado en el libro de Margaret Atwood
Llamar “serie friki” a El cuento de la criada igual es faltarle un poco al respeto a uno de los clásicos contemporáneos de la literatura universal, pero solo si pensamos que cualquier cosa que huela a ciencia ficción y fantasía es una obra menor. Es verdad que Margaret Atwood ha dicho que su novela es más ficción especulativa que, por ejemplo, ciencia ficción porque no hay tecnología involucrada en lo que ocurre en Gilead, pero, por otro lado, se dedica a responder a la pregunta fundacional de todo el género: ¿y si?
En su caso, esa pregunta es, ¿y si Estados Unidos se convirtiera en una dictadura teocrática? Las señales que permitían cuestionárselo estaban ahí en la década de 1980, cuando Ronald Reagan se apoyó en las comunidades evangélicas para ganar las elecciones presidenciales e instaurar un gobierno muy conservador en lo social y muy preocupado por la “moral” el país. Al mismo tiempo, hacía muy poco de la Revolución Islámica en Irán, el aborto estaba prohibido hasta niveles draconianos en países como Rumanía y, recordemos, las mujeres necesitaron en España la firma de un hombre de su familia (marido, padre, hermano…) para cosas como, por ejemplo, abrir una cuenta corriente hasta 1985. Atwood tenía inspiración más que de sobra para crear un estado totalitario gobernado por hombres que se apoyan en una interpretación fundamentalista de la Biblia que deroga todos los derechos de las mujeres (ni siquiera saben leer) y las relega a tener hijos y cuidar de la casa.
Ese primer aspecto es el fundamental en Gilead, que es el nuevo nombre que recibe Estados Unidos. Ante la gran crisis de fertilidad que sufre el país, los gobernantes deciden que es culpa de sus esposas, así que buscan a mujeres que ya hayan tenido hijos antes y las convierten “criadas”, básicamente hembras cuya única labor es someterse a un ritual en el que el señor de la casa (el “comandante”) intenta dejarlas embarazadas en presencia de su mujer. Esa “ceremonia” se basa en un pasaje del libro del Génesis sobre Jacob, Raquel y su criada Bilhá, y cuando la serie la muestra es, desde luego, violenta y desagradable.
Esta versión a televisión de El cuento de la criada llegaba a Hulu 26 años después de una película protagonizada por Miranda Richardson y 18 después de que la historia fuera también una ópera. Es decir, que Gilead ya había cobrado vida en otras ocasiones. Sin embargo, el momento en el que se estrenaba la serie no podía ser más propicio, con Donald Trump en la presidencia, insistentes rumores de que el Tribunal Supremo derogaría la protección federal del derecho al aborto (lo que ocurrió en 2022) y unos cuantos estados aprobando leyes discriminatorias contra la comunidad LGTBIQ. Hasta empezó a hablarse de que podía derogarse también la sentencia del Supremo que despenalizaba el matrimonio entre personas de diferentes razas.
En ese clima, la llegada de El cuento de la criada, que contaba una historia realmente inquietante en un envoltorio visual que parecía sacado de un cuadro de Vermeer, generó no poca polvareda, en parte porque también era el regreso a la televisión estadounidense de Elisabeth Moss tras Mad Men (también había rodado Top of the lake con Jane Campion, pero había sido en Australia). Moss es el centro sobre el que gira todo. Su personaje, Defred, es una criada que, por no tener, no tiene ni nombre propio (Defred quiere decir que es “de Fred”, su comandante), pero que poco a poco irá recobrando su identidad y sus ganas de escapar de allí y de encontrar a su hija, robada por Gilead para que la críe una de sus familias gobernantes.
Atwood no se inventó nada de lo que cuenta en el libro y la serie sigue el mismo camino. La primera temporada lo adapta casi por completo y el resto de episodios se dedican a ampliar su mundo y a explorar otros aspectos de Gilead que solo se mencionan en las páginas. El gran hallazgo de la ficción es el personaje de Serena Joy, la mujer del comandante Waterford, alguien que mantiene una relación de rivalidad con Defred basada en que ese poder que Serena tiene sobre ella puede ser diminuto, pero es lo único que tiene, y lo utiliza para canalizar todas sus frustraciones. Que son muchas y van más allá de no tener sus propios hijos.
Serena representa a todas esas mujeres que abogan por mantener el status quo patriarcal, que defienden una sociedad donde ocupen el “lugar que les pertenece” y que, cuando llega un régimen que precisamente se dedica a eso, se ven arrumbadas y desposeídas de cualquier tipo de influencia que tuvieran antes. Serena está en una cárcel que ella misma contribuyó a crear, y su evolución a lo largo de las temporadas es de lo más interesante de ver, junto con una Defred que, una vez consigue recuperar su verdadero nombre, está consumida por la venganza.
La trayectoria en paralelo de las dos es lo que justifica, en gran medida, la existencia de El cuento de la criada. Algunos espectadores protestaron en su momento de que la serie es demasiado deprimente, que apenas da respiro a Defred y a quienes quieren luchar contra Gilead, pero es que así actúa un estado totalitario y opresor. La serie muestra también cómo, aunque desde fuera se condenen sus actividades, hay ciertos grupos que encuentran atractivo ese régimen fundamentalista cristiano, y es inevitable trazar paralelismos con ciertos países y ciertas derivas políticas en el mundo.
El cuento de la criada puede haber alargado demasiado algunas tramas que, realmente, necesitaban algo de chispa un poco antes, pero ser coherente en su retrato de Gilead y el desarrollo de Defred y Serena ofrecen su interés a una ficción que, en 2017, se convirtió en la primera serie de una plataforma de streaming en ganar el Emmy a mejor drama, aprovechando un año en el que Juego de tronos no competía y dejando con un palmo de narices a The Crown, la gran esperanza de Netflix para ser ella, y no Hulu, quien se llevara ese premio.
Los datos de la serie
Dónde verla: Max y Prime Video.
Temporadas y capítulos: Cinco, de entre diez y trece episodios. Está renovada por una sexta y última temporada.
Creador: Bruce Miller, basada en el libro de Margaret Atwood.
Reparto: Elisabeth Moss, Samira Wiley, Ann Dowd, Joseph Fiennes, Yvonne Strahovski, Madeline Brewer, Alexis Bledel.
Si quieres más
Leer: Los testamentos, de Margaret Atwood, continúa la historia de Offred quince años después.
Ver: The Janes, de Emma Pildes y Tia Lessin, es un documental sobre una red que ayudaba a las mujeres a abortar clandestinamente en los 70.
Escuchar: Moira and June escape, de Adam Taylor, da una medida de la mezcla entre inquietante y bella de la banda sonora de la serie.
Estoy esperando a que Prime me deje ver la quinta, que me han dejado ahí colgado. Me pasa lo mismo con Fargo.