'Devs': Dios está en el ordenador
Alex Garland es el creador de esta peculiar serie sobre un extraño genio de Silicon Valley
Alex Garland ha sido considerado, durante mucho tiempo, uno de los guionistas más particulares del cine británico del siglo XXI. Su nombre empezó a hacerse conocido gracias a sus colaboraciones con el director Danny Boyle, que adaptó primero su novela La playa y, después, dirigió dos guiones suyos: 28 días después y Sunshine. El primero fue tal éxito que revitalizó el género de zombies, mientras el segundo volvía sobre los pasos de Alien y La cosa en una misión para salvar a un Sol moribundo. Garland, después, adaptaría el libro de Kazuo Ishiguro, Nunca me abandones (una película triste y a reivindicar), escribiría varios videojuegos de la saga Devil may cry y acabaría, por supuesto, dando el salto a la dirección.
Sus filmes se encajan todos en la ciencia ficción o el terror, siempre con algún toque diferente: Ex-Machina parece la historia de un científico que ha perdido los papeles hasta que se revela como otra cosa, mientras Aniquilación tiene cierto lado existencialista y Men añade gotas de folk horror. En ese corpus, la miniserie Devs también arranca de una manera para, con el paso de los episodios, terminar desvelando que hay otra historia dentro que es lo que a Garland realmente le interesa contar.
Pero, al principio, seguimos a un joven desarrollador informático que trabaja en Amaya, una empresa tecnológica de vanguardia cuyo fundador, Forest, está considerado un genio visionario. El desarrollador sueña con ser invitado a una división secreta que está apartada del resto del campus y para la que Forest ficha a sus empleados más brillantes, pero cuando consigue su objetivo, el joven desaparece, dejando a su novia, que también trabaja en Amaya, con la sensación de que la compañía está ocultando algo.
Con este punto de partida, Devs podría ser un thriller sobre una empresa tecnológica malvada que, para proteger sus secretos, es capaz de saltarse todos los límites y, en parte, lo es. Pero esa parte es muy pequeña. Lo que destaca rápidamente de la serie es la sensación de extrañeza que planea sobre Amaya, impulsada quizá por una estatua gigantesca de una niña que preside las instalaciones. Es visible desde todos los puntos de la compañía y, aunque la niña está en una pose bastante inofensiva, es inevitable no sentir cierta inquietud al verla. Dicha sensación aún se acrecienta más al saber que es la hija de Forest, fallecida siendo pequeña, en cuyo recuerdo nombró Amaya a su empresa.
Según la protagonista logra adentrarse más en el círculo del fundador y en su proyecto secreto, queda claro que la muerte de la niña es el gran impulsor de las ideas de Forest, y de una en concreto que necesita de un potente ordenador cuántico para hacerse realidad. Pero mientras él se entrega a ese proyecto, a su alrededor prolifera una red bastante siniestra que se dedica a proteger a toda cosa la integridad de las ideas de Forest y a impedir que espías de todo tipo se hagan con ellas, lo que implica creer, a su vez, que todo el mundo es un espía.
¿Parece que hemos contado demasiado de la trama? Ni siquiera la hemos rozado. Como Lily, los espectadores también vamos adentrándonos más en Devs y descubriendo de qué va en realidad, dejándonos llevar por algunas imágenes hermosas pero perturbadoras y por una atmósfera inquietante en la que no estamos muy seguros de si los malos lo son de verdad, o si ese concepto se puede aplicar tal cual a alguno de los personajes. Todos consideran que sus actos están plenamente justificados.
La emisión de la miniserie en FX coincidió, en aquella primavera de 2020 en la que todos estábamos encerrados en casa, con la tercera temporada de Westworld en HBO, en la que una inteligencia artificial llamada Rehoboam controlaba las vidas de las personas a través de diferentes aplicaciones y algoritmos. El diálogo que ambas series establecieron sobre el concepto de libre albedrío apuntaba a lo que la ciencia ficción puede conseguir mejor que un drama pegado a la realidad, que es hacerse preguntas importantes sin que parezca que nos estén dando una clase magistral.
Devs, además, resulta muy entretenida porque Lily, en el fondo, aspira a resolver el misterio de qué se trae entre manos Forest y para qué fundó Amaya realmente, y cuenta con algunos actores que ayudan a ello, como un Nick Offerman a quien, entonces, no estábamos tan acostumbrados a ver en papeles dramáticos, Alison Pill o Sonoya Mizuno, que había tenido un pequeño papel en la primera película como director de Garland, Ex-Machina, como una de las creaciones de su inventor protagonista, otro científico para quien no existen los límites físicos ni morales.
La miniserie contiene todos los intereses que el guionista y realizador ha ido explorando en su filmografía, pero sin algunos de los desvíos hacia terrenos más bizarros que, por ejemplo, aparecen en Men. También termina planteando al espectador la misma pregunta que Lily tiene que afrontar.
Los datos de la serie
Dónde verla: Disney+.
Temporadas y capítulos: Una, de ocho episodios.
Creador: Alex Garland.
Reparto: Nick Offerman, Sonoya Mizuno, Alison Pill, Jin Ha, Cailee Spaeny, Zach Grenier.
Si quieres más
Leer: Una obsesión perversa, de V.E. Schwab, sigue a dos jóvenes investigadores que descubren que una experiencia cercana a la muerte puede otorgarles superpoderes.
Ver: Ex-Machina (2014), de Alex Garland. Aquí, la máquina que centra la historia es una mujer robótica cuyo diseñador quiere refinar y, al mismo tiempo, encerrar.
Escuchar: Congregation, de Low, que suena en algunos de los momentos clave de la serie.