'Cowboy Bebop': la jam session espacial
El clásico del anime aúna el neonoir con una banda sonora espectacular
En la historia del anime y, más en concreto, de su penetración en la cultura occidental hay varios títulos que están considerados clásicos inapelables. Pueden ser películas como Akira y Ghost in the shell o series como Neon Genesis Evangelion y Fullmetal Alchemist (sin contar los títulos más infantiles como Bola de dragón o Lupin, por ejemplo), y es habitual que compartan género (ciencia ficción) y algunos tropos. La manera de narrar del anime está bastante clara y, aunque los márgenes se pueden mover un poco, la mayoría de las series operan dentro de ellos. Las que se salen, destacan bastante más, especialmente cuando a la mezcla de géneros se une algo que mueve sus episodios casi con la misma trascendencia: el jazz.
Así entra en escena Cowboy Bebop, que algunos expertos identifican como la culpable de que Occidente prestara más atención a los títulos de anime menos para niños. Desde luego, puede apreciarse parte de su influencia en Firefly y hasta en Guardianes de la Galaxia, y es siempre el gran clásico del género que se recomienda a todo aquél que esté iniciándose en el anime de ciencia ficción. Es una buena opción porque es muy accesible y, francamente, porque es una buena serie con personajes memorables, acción bien planteada, un misterio que resolver durante toda la ficción y diversas aventuras en cada capítulo bastante entretenidas.
¿De qué va? Sus protagonistas principales son Spike y Jet, dos cazarrecompensas que, en 2071, recorren todo el Sistema Solar buscando a fugitivos de lo más diverso. Su gran aspiración es dar con alguno por el que la recompensa les permita retirarse, prácticamente, pero Spike está en realidad huyendo de un pasado en el que estaba conectado con unos criminales que están persiguiéndolo. A ellos se les unen una mujer amnésica que también huye, Faye, y Ein, un perro modificado en un laboratorio y que, por lo tanto, es extremadamente inteligente, además de una hacker llamada Ed.
Esta configuración de la tripulación de la nave Bebop da para una de las patas de la serie, que es una space opera clásica en la que los personajes van de un planeta a otro resolviendo diferentes problemas. En ese aspecto, el mundo en el que se mueven está construido al detalle, con portales que permiten el viaje entre diferentes cuerpos del sistema (y en los que hay que pagar peaje, como en las autopistas corrientes de la Tierra) y colonias que recuerdan a algunas ciudades. La otra pata es el western, que siempre ha estado muy ligado a la space opera y que aparece en ese trabajo de cazarrecompensas que realizan Spike y Jet. El programa que anuncia a los fugitivos más buscados parece salido de un saloon futurista, por ejemplo.
Y la tercera pata es el noir más clásico. El diseño de Spike, con su traje y su perenne cigarrillo, remite a los detectives más reconocibles del género, los de las películas de Hollywood de la década de 1940. Podría ser, sin problema, uno de los personajes que Humphrey Bogart interpretó entonces, pero con mejor pelo, y su pasado habría encajado a la perfección en alguno de los trabajos de Jacques Tourneur o Nicholas Ray. Pero nos estamos dejando otro de los aspectos por los que Cowboy Bebop es más conocida, y que está ahí mismo, en su título, que es su banda sonora jazzística.
Ese bebop que da nombre a la nave y a la ficción es un estilo del jazz que apareció a finales de los 40 entre músicos jóvenes, como Dizzy Gillespie y Charlie Parker, y que quería salirse de las constricciones de las big bands y del swing que se llevaba hasta entonces. Esa mayor libertad, dentro de un orden melódico, se traslada a la serie, que titula sus episodios como si fueran partes de una jam session, y que confió su música a Yoko Kanno. Esta compuso la banda sonora, a veces, antes incluso de que los episodios estuvieran listos, y Shin’ichirô Watanabe, creador de la ficción, y Kanno se iban inspirando mutuamente durante el proceso de escritura y animación.
El resultado de esa colaboración atípica sería después replicado por Watanabe en su siguiente serie, Samurai Champloo, que mezclaba samurais y hip-hop, y consigue algo único que, por mucho que se intente, no resulta fácil de emular. Si no, que se lo digan al remake en acción real que Netflix estrenó hace un par de años. Respetaban sus mismos títulos de crédito y hasta la música, pero había algo allí que fallaba. Le faltaba ese alma que tenía la original y que, curiosamente, se perdía al querer ser muy fieles a ella. A veces ocurre con los remakes; puedes estar tentado de seguir al pie de la letra el original o querer que la nueva versión se mueva por otros derroteros, pero si no entiendes qué hacía especial desde el principio a la historia, acabas fracasando.
Aquella Cowboy Bebop con John Cho intentaba reproducir la estética y la atmósfera, pero no lo conseguía. Sin embargo, sí lo logró más tarde One Piece, que adaptaba el larguísimo anime de Eiichirô Oda y que transmitía el sentido de la aventura y la diversión de los dibujos. Es posible que, con la obra de Watanabe, sea fácil quedarse con lo cool de su propuesta estética y sonora y perder el sentido verdadero detrás de sus episodios, que proviene directamente del noir más clásico, sobre todo en esa importancia del pasado.
Las aventuras de Cowboy Bebop atrapan porque la alquimia de esa mezcla de géneros funciona y porque, francamente, un buen western espacial siempre resulta de lo más entretenido. Tiene una de las mejores bandas sonoras compuestas nunca para televisión y es un clásico muy influyente en la ciencia ficción posterior, así que, ¿qué más necesitas para echarle un vistazo?
Los datos de la serie
Dónde verla: Netflix.
Temporadas y capítulos: Una, de 26 episodios.
Creador: Shin’ichirô Watanabe.
Reparto (voces): Kôichi Yamadera, Megumi Hayashibara, Unshô Ishizuka, Hiroshi Naka, Aoi Tada.
Si quieres más
Leer: Réquiem por un vaquero espacial, de Francesc Miró, aborda todo el universo de la serie y su estatus de clásico del anime.
Ver: Fullmetal Alchemist: Brotherhood es otro clásico del género que merece la pena ver.
Escuchar: Tank!, de Yoko Kanno y Seatbelts, es la sintonía de la serie y todo un clásico también en sí mismo.