'Buffy, cazavampiros': la alargada sombra de la Cazadora
Cómo una ficción juvenil de serie B es una de las series más influyentes de la historia de la televisión
En 2012 había más de doscientos trabajos académicos sobre Buffy, cazavampiros, de tesis doctorales a papers de lo más variado que estudiaban sus títulos de crédito, su estructura dramática, su representación queer, su viaje feminista del héroe, sus aspectos filosóficos… Lo que se os ocurra. Superaba ampliamente a otras series muy analizadas por los académicos como Los Simpson, y es posible que para un espectador casual de las desventuras de los alumnos de Sunnydale High, esto resultara totalmente incomprensible.
También lo es, para muchos periodistas de cine, que una directora reputada como Chloé Zhao, ganadora de un Oscar a la mejor película por Nomadland y realizadora de una película de Marvel con su seguimiento de culto como Eternals, esté asociada a un posible reboot de la serie supervisado por una de las productoras de la original, Gail Berman, y con la mismísima Buffy, Sarah Michelle Gellar, de vuelta tras los 22 años que han pasado desde el final de la serie. Pero es que Zhao pertenece a ese numeroso contingente de directores y guionistas de Hollywood que se dedican al show business, precisamente, por culpa de Buffy, cazavampiros.
¿Por qué? ¿Qué tenía aquella ficción juvenil estrenada en 1997 en una cadena tan centrada a ese público como The WB, que mezclaba el género de instituto con el terror a través de los vampiros y los monstruos que acechaban Sunnydale? Probablemente, que estableciera desde el principio la metáfora de que el instituto era el infierno para muchos adolescentes. Y tampoco había que despreciar el talento de su creador, Joss Whedon, para las familias encontradas, las heroínas llenas de conflictos y los amigos dispuestos a seguirlas hasta el fin del mundo.
De hecho, Whedon ya había dado forma a esta historia como una película, en 1992, protagonizada por Kristy Swanson y Luke Perry y con la que no había quedado demasiado contento. Por eso, cinco años más tarde, retocaría aquel guion para que pudiera sostener una serie que acabaría teniendo un spin-off (Angel), continuaciones en cómic y que sería, también, su mayor éxito. Porque no se puede hablar de Buffy sin mencionar el culto alrededor de su artífice, cuyo padre, Tom Whedon, había sido guionista en Las chicas de oro y cuyos hermanos Zack y Jed también se dedican al mismo oficio. Joss se convirtió en una presencia ineludible en Comic-Con y todos sus proyectos televisivos posteriores eran acogidos con gran algarabía entre los fans, aunque luego ninguno triunfara de verdad. El que estuvo más cerca fue Firefly, un western espacial que fracasó en su emisión en FOX pero que tuvo una continuación en película, Serenity, que llegó a estrenarse en cines. Whedon estuvo asociado con proyectos para largometrajes de Batgirl y Wonder Woman que nunca salieron adelante para, al final, encontrar su sitio como el director de uno de los mayores éxitos de taquilla recientes, Los Vengadores.
Pero su legado está manchado por las alegaciones de comportamiento inapropiado en el set de Buffy y, principalmente, en el rodaje de La Liga de la Justicia, que asumió después de que Zack Snyder se retirara por problemas personales. Todas las acusaciones que hizo el actor Ray Fisher contra él reflejaban las que, muchos años antes, ya había hecho Charisma Carpenter sin que nadie las tomara demasiado en serio; no impidieron, por ejemplo, que Marvel lo fichara para reunir a sus superhéroes de la Fase 1. El #MeToo permitió que se examinara de nuevo su figura desde otro prisma, uno que provocaba desazón entre los fans para quienes sus series habían sido un refugio en épocas de sus vidas marcadas por la incertidumbre.
Porque la clave en el éxito de Buffy está justo ahí, en cómo sus espectadores se sentían parte de la Scooby Gang que formaban la propia Buffy, su vigilante Giles, sus amigos Willow, Xander y Cordelia y su interés amoroso/enemigo Ángel, el vampiro que había recuperado su alma. Cada semana se enfrentaban a demonios y monstruos que les obligaban a afrontar una parte de sus vidas, ya fueran sus amistades, sus relaciones con sus padres, con sus parejas o, en el caso de Buffy, el peso de su responsabilidad como Cazadora, un peso que nadie más que ella podía llevar.
Para Sarah Michelle Gellar, es el papel que ha definido toda su carrera, una que arrancó como actriz infantil y que tuvo su primer espaldarazo en las telenovelas, en concreto, en All my children. Entre Buffy, Sé lo que hicisteis el último verano, Crueles intenciones y Scooby Doo, es una de las estrellas más asociadas al cine juvenil de finales de los 90 y principios de los 2000, el de los slashers y las comedias románticas de instituto (y las adaptaciones modernizadas de clásicos de la literatura como Las amistades peligrosas), y también una de las que intentó después, sin demasiado éxito, trasladar ese éxito a papeles más de adulta. La chanante Ringer y la muy estimable The Crazy Ones (el último papel de Robin Williams) abrieron el camino a secundarias en, por ejemplo, Dexter: Original Sin, uno de los variados spin-off del asesino en serie de Showtime.
Realmente, Buffy, cazavampiros fue el punto álgido de muchos de sus actores, aunque después Alyson Hannigan estuviera en Cómo conocí a vuestra madre y American Pie y David Boreanaz encadenara Bones y SEAL Team. Y las historias sobre sus dos finales forman parte de la leyenda urbana alrededor de la serie, porque la ficción tendría que haber terminado en la quinta temporada, cuando The WB decidió no renovarla y, además, Buffy se sacrificaba para salvar al mundo. Sin embargo, Whedon quería seguir, así que logró un acuerdo con UPN para producir dos temporadas más; la sexta, de hecho, es una de las más complejas desde el punto de vista del arco de su protagonista porque tiene que asumir que, pese a lo que ella había decidido, está otra vez de regreso en Sunnydale.
Hay mucho que hablar sobre Buffy. Puede decirse que, junto con Xena y Sydney Bristow, forma el triunvirato de heroínas televisivas del que han bebido todas las que han venido después, y ni siquiera hemos mencionado Once more, with feeling, el famoso episodio musical. Su legado está por encima de la mala reputación que pueda tener su creador, que de alguna manera era un poco como Jonathan, uno de los villanos: un tipo corriente y friki del que todo se mundo se burlaba que, cuando consiguió algo de poder, se aprovechó de ello.
Los datos de la serie
Dónde verla: Disney+.
Temporadas y capítulos: Siete, de entre doce y 22 episodios cada una.
Creador: Joss Whedon.
Reparto: Sarah Michelle Gellar, David Boreanaz, Anthony Stewart Head, Alison Hannigan, Charisma Carpenter, James Marsters.
Si quieres más
Leer: Buffy the vampire slayer: tales es un volumen que recoge todos los cómics de historias sueltas publicados con el relanzamiento de la serie en ese formato.
Ver: El brillo de la televisión, de Jane Schoenbrun, es como si Twin Peaks y Buffy se mezclaran en una coctelera.
Escuchar: Walk through fire es, probablemente, la canción más famosa del episodio musical de la serie.