'Black Mirror', el futuro llama a tu puerta
La serie antológica de Charlie Brooker retrata nuestra relación con la tecnología
Unos misteriosos tipos secuestran a la princesa inglesa y afirman que solo la liberarán si el primer ministro tiene sexo con una cerda y lo retransmite por internet. Así, con ese impacto inicial, arrancaba en 2011, en Channel 4, Black Mirror, una serie que respondía al interés de su creador, Charlie Brooker, por la actualidad pasada por el filtro del humor, el peso de las redes sociales y la tecnología en nuestras vidas y, sobre todo, cómo potenciaban algunos de nuestros peores comportamientos. Brooker era conocido en Reino Unido por sus columnas sobre televisión en The Guardian y por informativos humorísticos como Weekly Wipe, y los tres primeros episodios de aquella temporada inicial son un buen retrato de lo que traía de cabeza a los analistas en el panorama mediático y tecnológico de 2011: la pujanza de las redes sociales, los reality shows de todo pelaje y que cada vez se confiara más en soluciones tecnológicas para “facilitar” nuestra vida y nuestras relaciones.
Esos tres capítulos (The National Anthem, Fifteen million merits y The entire history of you) eran una suerte de versión de La dimensión desconocida pero aplicada a “cinco minutos en el futuro”, a tendencias e invenciones que ya estaban disponibles, o a punto de estarlo, para el uso del común de los mortales. La tesis de Brooker era que la tecnología podía ser usada para algo bueno o algo malo y las personas, casi invariablemente, optaban por la segunda opción. Se adelantó de tal modo a algunos inventos (como la creación de avatares digitales de personas fallecidas), que se volvió muy común aplicar el título de la serie para describir una situación que parecía futurista e inquietante, aparte de generar multitud de artículos sobre su capacidad de “predicción” de cosas que se verían en la siguiente década.
No da la sensación que eso estuviera en la mente de Brooker cuando ideó la ficción. Al principio, era simplemente una continuación de su anterior serie para Channel 4, Dead Set, en la que los concursantes de Gran Hermano son los últimos en enterarse de que se ha desatado un apocalipsis zombie. Unido eso a la afición del guionista por La dimensión desconocida y el trabajo de Rod Serling, que utilizaba el terror y la ciencia ficción para hablar de temas sociales que le importaban, decidió que historias independientes con la excusa de un avance tecnológico perfectamente plausible eran el vehículo perfecto para hablar, en realidad, del lado oscuro de las personas y de la sociedad.
Black Mirror tuvo un enorme éxito desde el principio, éxito que llevó a que Netflix se quedara con ella a partir de su tercera entrega. Hay quien dice que, con ese movimiento, se perdió parte del mordiente que tenían los capítulos de Channel 4, que oscilaban entre tremendamente pesimistas o realmente tristes, pero la entrada de creativos estadounidenses amplió también las temáticas que se tocaban, que también fueron adaptándose a lo que preocupaba a la sociedad en cada momento. Y, por supuesto, conforme iban produciéndose más episodios, había más asuntos que ya se habían tratado, así que era necesario buscar otros enfoques y otras maneras de contar algo que, a lo mejor, la serie ya había tocado anteriormente.
En su momento de mayor relevancia, era habitual que se sucedieran los artículos que intentaban dilucidar si Brooker era un neoludita antitecnología o si tenía una bola de cristal que le indicaba por dónde se iba a mover la sociedad en los siguientes años. En realidad, su truco es el mismo de otras ficciones que parecen adelantarse a algunos sucesos, que no es otro que estar muy al tanto de la actualidad y de los avances tecnológicos. Los avatares virtuales de personas ya fallecidas y los muñecos reborn existían antes de que Black Mirror los incluyera en el episodio Be right back, pero eran experimentos aún poco aplicados, y para una gran parte del público era su primer contacto con ellos.
La realidad es que, efectivamente, a Brooker le interesa la capacidad del ser humano para estropearlo todo, y si le das un invento nuevo con potencial para mejorar su vida hasta límites insospechados, encontrará la manera de utilizarlo para arruinársela. Los mejores capítulos son los que lidian con las emociones, con situaciones donde una madre se preocupa excesivamente por su hija, o una mujer se ve incapaz de superar la muerte de su novio, o dos mujeres encuentran en un espacio virtual la libertad que no tenían en el mundo real.
Como buen fan de La dimensión desconocida, muchos capítulos de Black Mirror tienen un giro casi al final que cambia la percepción de lo que has visto hasta ese momento y, además, se nota que Brooker ha sido analista de televisión durante mucho tiempo porque también hay bastantes episodios que cuentan la evolución extrema de la telerrealidad y de la exposición total a través de redes sociales. Esos, a menudo, son los más sarcásticos y, en ocasiones, cínicos. El panorama que pintan es de los menos agradables, con empresas obsesionadas por los beneficios y espectadores incapaces de darse cuenta de que lo que están viendo está tan prefabricado como una ficción.
Por otro lado, la serie también tuvo un experimento interactivo en 2018, Bandersnatch, una tv movie que contaba cómo un programador informático en 1984 intentaba crear un videojuego de una novela de fantasía que adoraba. Se estrenó dentro de una estrategia mayor de Netflix de probar con contenido interactivo más allá de las series infantiles y, por ejemplo, Unbreakable Kimmy Schmidt tuvo un episodio especial que dejaba elegir al espectador lo que sus personajes hacían, que siempre solía ser absurdo y gracioso.
Bandersnatch es un buen destilado de lo que realmente impulsa la serie, desde los metacomentarios sobre la narrativa televisiva y su negocio a la obsesión de sus personajes por averiguar qué está ocurriendo. El éxito de Black Mirror contribuyó también a que volvieran a popularizarse las antologías de capítulos y hubo varios intentos de seguir su estela con otras series de ciencia ficción con historias independientes, ya fuera Dimension 404 (centrada en internet) o Electric Dreams, que adaptaba cuentos de Philip K. Dick. De todas ellas, solo la original sigue en emisión.
Los datos de la serie
Dónde verla: Netflix.
Temporadas y capítulos: Seis, de entre tres y seis episodios. Está renovada por una séptima temporada.
Creador: Charlie Brooker.
Reparto: Bryce Dallas Howard, Daniel Kaluuya, Hayley Atwell, Cristin Milioti, Jon Hamm, Miley Cyrus.
Si quieres más
Leer: Dentro de ‘Black Mirror’, de Charlie Brooker, Annabel Jones y Jason Arnopp, cuenta el proceso de creación y producción de la serie.
Ver: Her, de Spike Jonze, sigue a un hombre solitario que se enamora de su IA de asistencia.
Escuchar: Black Mirror, de Arcade Fire, habla, precisamente, sobre los espejos negros que son las pantallas de los teléfonos móviles.